Verso de Hoy

Cuidado con la depresión en estos momentos de crisis, síntomas y trastornos asociados.

EE.UU, (ORBITA).- La depresión es un síndrome que agrupa cuatro clases de enfermedad (psicosis): la depresión endógena, la depresión somatógena, la depresión neurótica, la depresión situativa. Cada una de ellas viene marcada por obedecer a factores causales de índole distinta. La acción determinante de la depresión ejercida por los diversos factores causales encerrados en las cuatro series mencionadas, se refuerza entre sí, de tal modo, abundan los estados depresivos mixtos, generados por una intervención causal multifactorial. La herencia. La predisposición hereditaria responsable de la depresión endógena hace que esta enfermedad tenga una cierta presentación familiar. Entre los progenitores,los hermanos y los hijos de un depresivo endógeno suele haber entre el 15 y el 20 por ciento de los individuos afectados por la misma enfermedad. Cuando el vínculo de parentesco consanguíneo con el depresivo es menor, así entre tíos, primos y los sobrinos, el riesgo de contraer la enfermedad depresiva experimenta un notable descenso. En las parejas de gemelos la predisposición genética hace que la concordancia para padecer una depresión endógena sea considerablemente mayor entre los gemelos idénticos, también llamados gemelos verdaderos o monocigóticos, con una cifra entre el sesenta y el setenta por ciento, que entre los fraternos, falsos o dicigóticos, en los que la tasa de concordancia para la depresión no pasa del veinte por ciento. Ello se debe a que tanto los gemelos idénticos recibe los mismos genes de ambos progenitores, en los fraternos el parecido genético es el mismo que entre los hermanos habituales. El hecho de que la concordancia para la depresión endógena ni siquiera se aproxime al ciento por ciento entre los gemelos de masa genética idéntica, denota cómo la predisposición hereditaria depresiva suele precisar para manifestarse el concurso de otros factores. La forma hereditaria de la depresión endógena puede definirse hoy como una transmisión dominante de escasa penetrancia. Pues para manifestarse exteriormente precisa el refuerzo aportado por el influjo de ciertos agentes ambientales, psicosociales u orgánicos, cuya identidad se muestra bastante coincidente con los factores que operan como causa fundamental en las otras enfermedades depresivas. Entra dentro de lo probable que la vía genética señalada no sea el único modo de transmitirse la depresión endógena. El dato biológico transmitido por la herencia que vuelve al individuo especialmente vulnerable para la depresión endógena, casi siempre con una evolución de episodios repetidos unipolares o bipolares. Dentro del conjunto de los depresivos endógenos la heredabilidad se muestra muchos más poderosa en los trastornos bipolares tipo I, los antiguamente denominados psicóticos maníaco depresivos. La sobrecarga familiar en ellos es particularmente elevada y su concordancia en parejas de gemelos idénticos asciende al ochenta por ciento. Claro está que estamos considerando al momento solo el área biológica, pero más adelante consideraremos otras áreas del espíritu las cuales son afectadas por maldiciones generacionales, las cuales un psiquiatra o psicólogo, simplemente, sin el conocimiento debido sobre estos temas a la luz de Las Escrituras (La Biblia), unido a una revelación divina, no podrán de ninguna manera descubrir el problema que causa el estado depresivo el individuo. He aquí la diferencia de un Consejero Cristiano a un psicólogo o psiquiatra. El psicólogo quizás envíen al paciente a una serie de tratamientos para ordenar sus pensamientos. El psiquiatra a su vez receta medicamentos anti-depresivos, pero cabe la posibilidad de que estén errando en su análisis, pues, si el problema es de origen espiritual o almático se puede percibir con el discernimiento a la luz de Las Escrituras. La ansiedad neurótica. La ansiedad neurótica presente en distintas formas de neurosis, sobre todo en la neurosis de ansiedad y la neurosis fóbica, facilita la instauración de un estado depresivo, el propio carácter neurótico, caracterizado por la inseguridad y la baja autoestima, es asimismo un terreno adecuado para la germinación depresiva: En tanto que la ansiedad y las fobias neuróticas no precisan más especificaciones, es conveniente resaltar que el carácter neurótico se manifiesta sobre todo para la inseguridad de sí mismo, las inhibiciones y la timidez. La depresión neurótica queda presentada así como la depresión cuya determinación se debe a factores neuróticos de inseguridad o de ansiedad, Las neurosis de carácter y de ansiedad son trastornos que arrancan de la infancia, a partir de un conflicto psíquico puntual o de un ambiente familiar dominado por la privación amorosa, el autoritarismo o la sobreprotección. El yo infantil se muestra demasiado débil para hacerse cargo de un ambiente de estas características o para afrontar el conflicto, y en consecuencia, trata de desentenderse, portándose como si no existiesen las dificultades creadas por el conflicto o por la adaptación familiar. Para ello suele recurrir el niño al mecanismo de la represión intrapsíquica. Una vez el material conflictivo es reprimido toma mayor fuerza y se convierte en germen de la neurosis. La causalidad de la depresión neurótica se desdobla, por lo tanto, en dos secuencias. La intervención de la inseguridad de carácter, la baja autoestima y los estados de ansiedad como agentes responsables de cierta modalidad de depresión, los cuales con la implementación de fármacos pueden mejorar en casos críticos. La situación de la vida. En los últimos 25 años se ha estudiado lo que en ingles se llama (life events) o los ejercicios de los acontecimientos de la vida y su influjo en el carácter de estrés agudo. Puede darse por demostrado que el número y la intensidad de los acontecimientos vitales estresantes son factores que favorecen la incidencia de la depresión pero actuando siempre en función de la personalidad. Por esto, la situación de la vida es un factor causal de depresión. Viéndolo de este modo la situación de la vida es un concepto más satisfactorio que el de acontecimientos de la vida por varias razones, sobre todo por estas dos: porque se le conoce a la personalidad del sujeto una participación importante en el sentido y la evaluación de los estímulos externos, mientras que el acontecimiento de la vida no pasa de tener una índole objetiva y extrabiográfica; y porque deja de ser la situación una vivencia aguda y aislada como lo es el acontecimiento, para referirse a una modalidad de interacción prolongada entre el yo y el entorno. Aunque en términos generales se subordina el concepto del acontecer infortunado a la de la instalación en una situación, no se puede excluir tampoco la intervención del estrés agudo en la génesis de la depresión. A este tenor pueden distinguirse tres modalidades de depresión situativa: a) la depresión aparecida en los tres meses siguientes a un estrés agudo; b) la depresión ocasionada por una situación, o sea por una gran acumulación de estrés basal o crónico; c) la producida por la asociación de ambos impactos estresantes. Las situaciones que encierran el máximo poder para determinar un estado depresivo se distinguen por incidir sobre uno de los cuatro vectores de la vitalidad, cuyo hundimiento da base a la aparición de la dimensión depresiva correspondiente. Aunque se ha venido manteniendo que el duelo por la pérdida de la persona amada constituye la incidencia dotada de mayor capacidad para determinar la caída en un estado depresivo, en los últimos tiempos se ha producido la modificación de resultar aún de mayor riesgo la separación y el divorcio que la viudez. Aparte de las variables ligadas al modo de haberse producido la pérdida hay que contar con el influjo de otras circunstancias, entre las que sobresale el grado de la reacción a superarse esgrimida por el sujeto doliente. La pérdida de un hijo es la pérdida más traumatizarte por ser vivida por el progenitor como la destrucción de una parte de sí mismo, precisamente la parte más vinculada a los proyectos y las esperanzas. Hay varias circunstancias que favorecen la complicación del duelo con un estado depresivo, como las siguientes: el fallecimiento súbito o inesperado, el padecimiento prolongado y doloroso y la muerte inevitable. La sobreexigencia del exterior, sobre todo de tipo laboral, constituye el tipo de estrés crónico hoy más frecuente. El estrés laboral/económico sostenido conduce al síndrome el agotamiento emocional, cuyo enlace propio es la depresión de tipo enérgico. El aislamiento de todos sus géneros, como aislamiento sensorial,social o emocional, favorece la aparición de un estado depresivo por dos vías: la de la privación de los estímulos externos y la de la vivencia de soledad. La primera de ellas se potencia con la falta de actividad física y mental suficiente, y la segunda representa ya de por sí una vivencia predepresiva. Los cambios bruscos o frecuentes en el modo de vivir facilitan la instauración de un estado depresivo a través de la ruptura de los ritmos. El mayor riesgo se produce cuando el sujeto ya ha abandonado la Antigua situación y todavía no se ha insertado en la nueva. Uno de los cambios que más afectan es el de la hora de acostarse. Ante cualquier psicosis depresiva es preciso efectuar un análisis de la situación por él vivida en el momento en que hizo irrupción el estado depresivo. Esta perspectiva nos llevará a distinguir agentes de las cuatro orientaciones señaladas que pudieran estar involucrados, ya que entre ellos no solo no existe incompatibilidad, sino que se refuerzan con un carácter sinérgico o multiplicador. La instalación de un cambio afortunado en la vida exige un esfuerzo de adaptación a las nuevas circunstancias. En el producto de este esfuerzo, y de ninguna manera en la satisfacción del cambio, reside la amenaza de determinar una depresión. Por ello nos encontramos en condición de negar la existencia de la «depresión de la fortuna genuina». Ocurre además que si a todo depresivo le atormenta sentirse desgraciado sin saber porqué, esta especie de tormento toma una mayor fuerza cuando el sujeto se encuentra instalado en una situación próspera y feliz y por ello vive más profundamente aquella contradicción. Desdichas de la fortuna es el evocador título de una obra teatral de los hermanos Manuel y Antonio Machado, que nos ponen guardia desde la creación literaria ante la llegada de la fortuna, a causa de la presencia del personaje desmán en su cortejo de incidencias. Hay que contar además en este sector causal con la intervención de ciertos elementos del espacio y del tiempo que, dotados de especial significación, pueden actuar como la llave para abrir las compuertas del estado depresivo. En el contexto espacial pueden intervenir el lugar de residencia, una habitación, una impresión sensorial, y con mucha mayor fuerza el cambio de trabajo o la inmigración. En el marco del tiempo puede ser la clave efectiva de la depresión un aniversario de nacimiento, muerte o boda o una fiesta religiosa, sobre todo las Navidades o la Semana Santa. Las dos modalidades de personalidad más vulnerables para la depresión situativa son la personalidad obsesivo-compulsiva o la personalidad anarcástica y la personalidad de organización limite. La personalidad obsesiva es fácilmente captable por introducirse en su conducta habitual rasgos que denotan perfeccionismo, puritanismo, ansia de puntualidad, meticulosidad y afán de limpieza. Por su parte, la personalidad límite se deja identificar directamente por una integración unitaria débil y, sobre todo, por la dificultad para cultivar y mantener relaciones afectuosas con otras personas. Sus episodios de descompensación con sintomatología poliforme, en la que ocupa un lugar destacado el estado depresivo, son otra pieza para efectuar la detección de esta personalidad. En tanto que la personalidad anarcástica predomina en la población masculina, la personalidad límite se acumula en las mujeres en una proporción de tres a uno. Patologías. En la producción de las depresiones somatógenas, pueden intervenir trastornos patológicos generales, trastornos orgánicos cerebrales y la administración de drogas y medicamentos. Las patologías generales más depresógenos son el fracaso renal avanzado, el posinfarto al miocardio, el cáncer, el sida y las afecciones endocrinas. Los datos cuantitativos son muy variables según las muestras de población tomadas, pero con un valor siempre por lo alto: los enfermos de las primeras cuatro clases mencionadas son afectados por la depresión en una proporción entre el 20 y el 50 por ciento. Los trastornos endocrinos que guardan una mayor relación causal con la depresión son los de la hipófisis, el tiroides y las cápsulas suprarrenales. La mayor parte de los trastornos orgánicos cerebrales se acompañan de depresión con alta frecuencia. Así ocurre con la enfermedad de Parkinson, los traumatismos craneoencefálicos y un largo etcétera. Síntomas de depresión y manía. No todas las personas que están en fases depresivas o maníacas padecen de todos los síntomas. Algunas padecen de unos pocos síntomas, otras tienen muchos. La gravedad de los síntomas varía según la persona y también puede variar con el tiempo. Depresión: • Estado de ánimo triste, ansioso o “vacío” en forma persistente. • Sentimientos de desesperanza y pesimismo. • Sentimientos de culpa, inutilidad y desamparo. • Pérdida de interés o placer en pasatiempos y actividades que antes se disfrutaban, incluyendo la actividad sexual. • Disminución de energía, fatiga, agotamiento, sensación de estar “en cámara lenta”. • Dificultad para concentrarse, recordar y tomar decisiones. • Insomnio,despertarse más temprano o dormir más de la cuenta. • Pérdida de peso, apetito o ambos, o por el contrario comer más de la cuenta y aumento de peso. • Pensamientos de muerte o suicidio; intentos de suicidio. • Inquietud, irritabilidad. • Síntomas físicos persistentes que no responden al tratamiento medico, como dolores de cabeza. • trastornos digestivos y otros dolores crónicos. Manía: • Euforia anormal o excesiva. • Irritabilidad inusual. • Disminución de la necesidad de dormir. • Ideas de grandeza. • Conversación excesiva. • Pensamientos acelerados. • Aumento del deseo sexual. • Energía excesivamente incrementada. • Falta de juicio. • Comportarse en forma inapropiada en situaciones sociales. (Ramón Murray) Dr. Ramón Murray, Ph. D. Th. D. Ed. D.Teólogo, Filosofo, Educador. Consejero familiar y matrimonial. Decano del Faith Theological Seminary para el área hispana en Miami. Escritor del libro "Tu Martillo y yo Clavo" Nueva Teología del Pensamiento post- Neopentecostal. Escritor del libro "Manual Practico para el trabajo con adolescentes y jóvenes".

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